29.8.09

Para la psicología del artista

Al ordenar mi cuarto, me reencontré con un libro que en su tiempo ayudó mucho a mantener mi postura nihilísta de las cosas; uno de los fragmentos que más me gusta hasta el momento es el siguiente:

"Para que haya arte, para que haya una acción o una contemplación estética cualquiera, es indispensable una condición fisiológica previa, la embriaguez. Es menester que la embriaguez haya aumentado la irritabilidad de toda la máquina; sin esto el arte es imposible. Todas las clases de embriaguez, aunque estén condicionadas lo más directamente posible, tienen potencia artística, y antes que todas, la embriaguez de la excitación sexual, que es la forma de embriaguez más antigua y primitiva. El mismo efecto produce la embriaguez que acompaña a todos los grandes deseos, a todas las grandes emociones: la embriaguez de la fiesta, de la lucha, del acto de arrojo, de la victoria, de todos los movimientos extremados, de la embriaguez de la crueldad, la embriaguez de la destrucción, la embriaguez que producen ciertas influencias meteorológicas, como por ejemplo, la embriaguez de la primavera, o bien la influencia de los narcóticos, y por último, la embriaguez de la voluntad, de una voluntad acumulada y dilatada.
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"Lo esencial en la embriaguez es el sentimiento de fuerza y de plenitud. Bajo la influencia de este sentimiento nos abandonamos a las cosas, las obligamos a tomar algo de nosotros, las forzamos; este processus se llama idealizar. Desprendámonos de una preocupación relativa a este punto; idealizar no consiste, como generalmente se cree, en una deducción y una sustracción de lo que es pequeño y accesorio. Lo que hay de decisivo en ello es un formidable relieve de los rasgos principales, que hacen que todos los demás estén eclipsados".
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El crepúsculo de los ídolos, F. Nietzche

1 comentario:

Francisco dijo...

mariana:
hoy... me da mucha pena... pero no podre emitir comentario alguno..
ya k no entendi NADA de lo anterior ...
:S
atte
arq. francois