24.5.09

22.5.09

Si Dios fuera una mujer

La predecible de mí comenzó a leer apenas el martes pasado un libro de Mario Benedetti ya empolvado de tantos años de olvido en uno de mis estantes. Como no lo he terminado (falta de tiempo, motivación o ambos), comparto un poema que me hace mucha gracia:
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¿y si Dios fuera una mujer?
-Juan Gelman
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¿Y si Dios fuera mujer?
pregunta Juan sin inmutarse,
vaya, vaya si Dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce,
su pubis no de piedra,
sus pechos no de mármol,
sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos SIDA o pánico
nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos,
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno,
con sus brazos no cerrados,
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería,
qué venturosa, espléndida, imposible,
prodigiosa blasfemia.

20.5.09

La única

O me tomas o me dejas; o te enorgulleces o me rechazas, o me amas o me odias: ser única no deja lugar a otras opciones.
De niña escuchaba a los demás decir entre cuchicheos "es que es hija única", "es que está muy sola", "ya ves que no tiene hermanos", todo con el acento inconfundible de la lástima, como si mi situación se tratara de alguna forma de enfermedad o mal irremediable. Pobres ingenuos... nunca se enteraron de lo maravilloso que es no ser ni la más ni la menos, o peor aún, la igual.
Ser hija única significa ser la que soy hoy en día: los libros que leo, la música que escucho, la carrera que estudio, las sensaciones que percibo y las ideas que pienso.
Como diría Ortega y Gasset:
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"Yo soy yo y mi circunstancia"