Viajar es un placer, que además, tiene la cualidad de regalarnos imágenes y recuerdos que pueden ser reproducidos al infinito en nuestra mente (sobre todo si se cuenta con la ayuda de una buena cámara o video).
Esto es algo que me encanta hacer, y que tristemente logro llevar a cabo en muy pocas ocasiones.
Me gusta curiosiar, llegar a una ciudad desconocida y tener la oportunidad de deambular por las calles sin un plan en concreto. En sí, no me gusta tanto repetir destinos, aunque a veces se encuentran excepciones.
Muchos de los sitios que conozco me han regalado imágenes que atesoro y guardo en mis remembranzas oníricas:
- Un interminable mar de luces durante la noche (Cd. de México)
- La mezcla de mar, escarpadas, montañas y bosque en una sola carretera (Sn. Francisco)
- Una isla capaz de helar la sangre (Alcatraz)
- Las aguas turquesa con su murmullo que rompe en las arenas blancas (Playa del Carmen)
- Edificios hedonistas con luces de neón (Las Vegas)
Es bueno recordar que existen otros cielos, y que bajo cada uno de ellos hay momentos inesperados por descubrir. Espero pronto tener un destino nuevo esperando en la agenda.